Soy de un país que tú no conoces

Wednesday, August 13, 2008


Soy de un país que tú no conoces; detrás de un cerro, entre dos montañas, de donde viene el viento y en donde el cielo siempre es gris. Tengo una edad que desconoces y hablo el lenguaje que siempre quisiste hablar; además, aquí, frente a mí parece que estas a punto de caerte. ¿Donde habías estado todo este tiempo? Mis ojos, a tu lado, se han salido pronto de sus orbitas y viajan, ahora, en el camino estrecho, la ruta que recorren las estrellas y la muerte. Estoy hecho polvo, mujer, de tu diamante eterno, mi corazón late y teme. Mientras tanto, yo sé que algo está ocurriendo y busco como un loco una razón de donde hacerme, una pared de donde asirme, una palabra tuya para detenerme. Afuera está un silencio, una insoportable soledad que nos separa, un otoño que vendrá, tus manos que están tan distantes. De nada sirve correr en esta vida que se acaba cuando se acaba, de nada sirve detenerse; tú me lo has hecho tan difícil, amor, no has hecho más que existir y para mi eso ya es mucha irrealidad. Pero tu sueño, amor, tus ojos cerrados y tu presencia en otro lado, mi rabia, nuestros cuerpos lejos, el reloj que nunca para de insultar. Pero yo no entiendo, por que el amor, como todas las palabras, implican siempre algo mas que lo que dice el diccionario. Quizás, pienso yo, si quitaran del vocabulario la palabra verdad la dejaría de buscar. ¡De prisa! corramos. Subiré hasta tu hombro y descansare en tu oído, y seguiré corriendo, a la misma velocidad, al mismo paso, y hacia el mismo lugar; por el camino estrecho que recorren las estrellas y la muerte hasta encontrar tu hombro y hallar tu boca. Hasta donde está tu beso. Ahí naceré de nuevo, de ahí será el aire que respire.