Dulce Hogar

Wednesday, August 2, 2006


Un suave, tímido aroma familiar, se escapa del jardín y enmudece mi garganta. El viejo portón negro se empalma a mi atisbo y cruje en mi algo pegado al alma. Se produce, el extraño sonido, del corazón de un joven viajero volviendo a casa.
Deja vú.
Mis cobardes suelas vuelven al lugar de donde habían huido...

Resulta absurdo, el contraste de mi eterno viaje; y el soez instante en que los capítulos se unen. Resulta absurda –y tonta- la distraída forma en que mis prioridades y expectativas saltan del mañana al ayer. ¿Absurdo? Esa palabra sonaba diferente hace un mes…

Se que soy el mas indicado para certificar mi nivel de madurez. (Al menos en mi caso, hay mas cosas que ver en mi interior que en el finito mundo exterior y sus alrededores)

Y por todo lo anterior, puedo asegurar, que soy el mismo güey de siempre, pero con más conversación.