El cerrojo

Thursday, March 23, 2006


El cerrojo del portón seguía igual de oxidado y viejo; pudo haberse caído el cielo y tocarse siete trompetas, y a la chapa esa parecía no importarle. A priori esa era la misma puerta, que seguramente encerraba lo mismo y se abría con la misma llave.
El oxidado quejido de la puerta. Los pasos. Mis ojos, cuatro botellas vacías con la etiqueta smirnoff. Polvo imperceptible, pero molesto. Sombra y luz entre las sombras. Un interruptor y vestigios de sombras.
Hubiese preferido en ese instante que, como en las películas, un aplauso encendiera el reproductor de CD, y este me recibiera con un caluroso Take Five de Dave Brubeck. No sucedió, en vez de eso, descubrí que el reproductor era ahora, un espacio en el librero. Un notable espacio, al lado de otros dos espacios que deberían ser la bocinas.
Seguí de largo, ahora lo mas importante era calmar a mis tripas, que gritaban langosta ahumada, pero que yo, como durante años, ignorando el carácter elitista de mi estomago y sus fantasmas, interpretaba como cualquier cosa congelada en el congelador.
No quise desperdiciar la ocasión de usar mis conocimientos en cocina, adquiridos hace un mes, en las clases de cocina de mi ex suegra. (Que por cierto, esta ahora más delgada que su hija: su rubia, y ahora más gorda hija)
Me divertí de lo grande, cocinando para mi mismo, fue perfecto, a pesar, de el aceite a ciento veinte grados que me cayo en el pecho, quemo mi playera de Dolce & Gabanna y me dejo una horrible cicatriz que estoy seguro, no se quita ni con cirugía. ¿Esta de más decir que el dolor es insoportable?
Prendo la tele y me doy cuenta que llegué justo a tiempo para ver el esperado documental sobre The Doors. Al terminar, siento -a parte del ardor en el pecho, y el estomago satisfecho- Que la tele no tiene ya nada que decirme o mostrarme sobre The Doors o Jim Morrison, Lo se, por que note al menos quince errores en el guión.
Ahora, a descansar.
Para variar un poco mi muerte, jugare a la ruleta rusa; tres balas serán suficientes para matar el aburrimiento.
Me aclaro la garganta, y entono I’m Looser de The Beatles

Algo no esta bien; Prendo la radio y Day Tripper empieza a sonar. Quisiera grabar estos momentos con la Videograbadora, pero hay un hueco en su lugar. Tiro el Gatillo. Y la suerte se ríe de mi y yo de la muerte.
“…Esto fue day tripper de los padres del rock, the beatles, y ahora, contestaremos…”
El revolver dejo mi boca y apunta ahora a mi sien. El matillo golpea de nuevo la caja de balas, y no hay sesos tirados en la habitación.
¿Para que torturarme? Tiro la pistola a la cama, tomo un poco de vuelo, y al mas puro estilo Hollywood atravieso la cocina, mi cuarto, y el balcón. Ahora no hay piso. Ahora no hay pasos, el camino cambio de horizontal a vertical.
Vuelo, y muero y caigo, y me alejo y me acerco. Sonrío.
Faltan diez metros, y me doy cuenta, que en Tapachula no hay edificios de veinte pisos.
Mi pie se desliza entre las sabanas, mi latido y el reloj de la pared están sincronizados, una gota de sudor cae a mi labio, y hay sal en mi boca, y en mis ojos.

Otros sueños suicidas:
Tacaná