Rencor

Tuesday, December 22, 2009



Dios premia. Eso dicen, y también que castiga y que perdona. A esos niveles de bondad pareciera que le importa tan poquito nuestras inventadas vidas. Allá en los cielos seguramente todo importa bien poquito. Eso ha de ser. De mientras nos hundimos en la tierra como los hábiles que somos.
No puedo en verdad comprender el sentimiento tan triste que desborda de sus corazones, el de mis vecinos, o quien fuese el que ayer en la noche le dio por enterrar un clavo en mi neumático marca Pirelli, quebrar la luz derecha y pasar un clavo sobre la pintura verde de mi Mustang. ¿Qué ganan con eso? En realidad no entiendo su odio, lo único que he hecho es trabajar como un esclavo, y hace tiempo, estudiar, para quizás merecer el sueldo y el puesto que ahora tengo, si estaciono mi auto afuera de mi casa es por que no tengo donde mas ponerlo, no para presumírselos ni para hacerlos sentir mal por su falta de seguridad en si mismos. Me siento triste por que ese auto –que por cierto, aun no sé manejar (me compré un auto sin saber manejar)- representaba mi auto regalo de navidad por el sacrificio de tiempo y esfuerzo que han representado estos seis meses de trabajo.
No puedo comprenderlo, quisiera poder hacerlo y justificarlos, o al menos no sentir esta decepción por la juventud que ahora siento.