carrrrrrrr

Wednesday, May 26, 2010


Veinte minutos de manejo no se comparan. Cuando no tenía auto me encerraba en los audífonos y durante cuarenta minutos, colocado discretamente en el trasporte público pensaba en todo y en nada. De pronto, el material con el que están hechos los sueños se acaba, y también mueren los sueños. Comer se convierte en una necesidad biológica, y descansar es lo más parecido a un anhelo. La vida en oficina conlleva sacrificios y posee cierto grado de interés. Como el mundo se reduce al espacio que ocupa el edificio oficinista los chismes se vuelven pocos y hay poco hacia dónde mirar. Los elementos que componen la sociedad se reducen tan al mínimo que es posible observar una globalidad haciendo muy poco esfuerzo. Ahí están las clases sociales, los roles pasivos y activos, las disfunciones, la mediocridad, la perseverancia, la estupidez, la genialidad y el arte. Poco a poco el mundo de afuera se convierte en un cartel encantado y mentiroso, y terriblemente atractivo.