ShinjiStudio Al Aire 4
Tuesday, November 7, 2006
Tú sabes que te quiero.
Ambos lo sabemos, nos sufrimos y nos abandonamos al destino.
Te recuerdo, especialmente, en noches nada especiales.
El aire se cuela en las ventanas, y siento frío, me abrigo, me escondo; descubro mas tarde, que el frío es en mi interior, secuelas de tu ausencia.
Y tiemblo, talvez de frío, quizás de arrepentimiento, talvez de amor coagulado, quizás de horas malgastadas y de mi cama sin ti. Tiemblo.
Puedo notar ahora que mi corazón late más fuerte, más rápido. Le pido a nadie en particular, el oscuro deseo de que lo escuches; se que tus oídos no tienen tal potencia, pero en mi pecho hay suficiente melancolía como para encontrarte a pesar de míseros kilómetros, y del vació inmenso de tu indiferencia. Anhelo escuchar también tu corazón. Anhelo más que eso, que sea yo la causa. Yo, o al menos mi recuerdo.
Fulgoroso tañido, percusión orgánica, o al menos recordar mi nombre, colorear tu respiración, arrancarte la indolencia; partir tu cuerpo y encontrarte el alma. Al menos, olvidar que pude hacerlo, que lo hice, y que ya no podré.
La soledad es, a estas horas, bastante mas un asunto delicado que un sentimiento. Es una flor, una flor solitaria... y sonámbula. El sueño me abandona.
Tú sabes que te quiero, pero no sabes cuanto.
Nos separan ciegas esperanzas de encontrar algo mejor. Vislumbro en noches como esta, con aterradora claridad, el grado en que te necesito. Un beso… que daría este sonámbulo por un beso. Aniquila mis angustias y déjame dormir.
Te recuerdo, especialmente, en noches nada especiales.
El aire se cuela en las ventanas, y siento frío, me abrigo, me escondo; descubro mas tarde, que el frío es en mi interior, secuelas de tu ausencia.
Y tiemblo, talvez de frío, quizás de arrepentimiento, talvez de amor coagulado, quizás de horas malgastadas y de mi cama sin ti. Tiemblo.
Puedo notar ahora que mi corazón late más fuerte, más rápido. Le pido a nadie en particular, el oscuro deseo de que lo escuches; se que tus oídos no tienen tal potencia, pero en mi pecho hay suficiente melancolía como para encontrarte a pesar de míseros kilómetros, y del vació inmenso de tu indiferencia. Anhelo escuchar también tu corazón. Anhelo más que eso, que sea yo la causa. Yo, o al menos mi recuerdo.
Fulgoroso tañido, percusión orgánica, o al menos recordar mi nombre, colorear tu respiración, arrancarte la indolencia; partir tu cuerpo y encontrarte el alma. Al menos, olvidar que pude hacerlo, que lo hice, y que ya no podré.
La soledad es, a estas horas, bastante mas un asunto delicado que un sentimiento. Es una flor, una flor solitaria... y sonámbula. El sueño me abandona.
Tú sabes que te quiero, pero no sabes cuanto.
Nos separan ciegas esperanzas de encontrar algo mejor. Vislumbro en noches como esta, con aterradora claridad, el grado en que te necesito. Un beso… que daría este sonámbulo por un beso. Aniquila mis angustias y déjame dormir.
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