princesa
Monday, October 19, 2009
Haz con estas sobras del amor que yo te ofrezco un par de alas, me dijo, y me describió el paraíso que me esperaba con su vuelo, y entonces se marchó a otra parte para que probara su abandono. No hubo error en sus palabras, ni en su cuerpo, ni en su cama: pude ser tan fácilmente su esclavo, otro más. Pienso que a ella la excepción le hacia falta, tanto como a mi encontrarla. La miraba desde abajo y con desprecio, yo no sé por qué. No sucumbí, no por vanidad sino por indiferencia, no pude tenerle miedo, no pude quererla tanto por que el amor ya no germinaba de mi alama como cuando mi corazón valía. Ella sufrió tanto, igual que yo en mi deshonra, ella en su castillo. Pobre, la soledad parece tan enorme cuando los vacios son igual de grandes que las habitaciones. Y como sus besos no me supieron a nada me quedé en la tierra, a arrastrarme como los gusanos: yo no dormí de nuevo en su tibio lecho, y sus lágrimas de princesa no fueron jamás las mismas.