Doctor

Saturday, April 4, 2009


Una vez, por ejemplo, cuando mi mano emergió de la caja de galletas, y sin galleta alguna sentí la furia y la frustración. Aun quedaba mucha mermelada de fresa y mis ganas de galletas con mermelada de fresa no cesaron. No fue terrible, y pude superarlo en unas pocas horas.
Doctor, a veces siento que soy demasiado frágil; que la vida me empuja a su placer, como a las hojas secas el viento de noviembre y que aunque es divertido amanecer cada día en un sitio diferente, me comienzo a cansar. No crea que soy malagradecido, es solo que soy humano como todos los demás, tal vez es que me quejo demasiado, pero de ahí en fuera soy tan idiota como usted y como todo mundo.
Doctor, debo confesar que suspendí el tratamiento por que las pastillas son demasiado caras, las crisis económicas me son menos frecuentes que las existenciales, por eso preferí darle prioridad esta ocasión y ahorrarme unos billetes del bolsillo. Y créame que venirlo a ver, con lo caro que usted cobra fue mi última opción, ya siento de nuevo, como aquella primera vez, que me estoy volviendo loco, suenan de nuevo las voces y la música, como ahora, por ejemplo, si embargo no pienso acuchillarlo y huir como ellas me lo indican.
Doctor, tengo una novia, bueno, no sé si sea correcto llamarla de esa forma, vera, ella está casada y tiene un hijo muy bonito. Pero como salimos al parque y bebemos juntos jugo y cerveza y nos decimos cosas lindas al oído, y nos abrazamos, yo pienso que es mi novia. No le pido opinión a nadie, ya sé que es mínima la posibilidad de que lo deje por mí que soy un vago y vivo de las mujeres y los amigos. Entienda que la felicidad no la encuentro todos los días, esas pastillas suyas solo hacen que no me quiera suicidar cada semana. Yo entiendo, por ejemplo, que no lo tengo todo, pero lo que tengo es mucho para mí, y lo cuido con un ahínco incomprensible.
Hoy por ejemplo, es nuestro aniversario –de novios o lo que fuere- y ella está en otro lugar con su marido. Cumpliendo, como es común, sus obligaciones de esposa. Y no lo veo malo de ningún modo. ¿eso es estar enfermo? No puedo hacer nada al respecto y minimizo el asunto hasta olvidarlo. Y por ejemplo, ¿recuerda que mi última novia me abandonó por un muchacho rico? Se llamaba Yoselin, y yo la amaba como a nadie. Como dolía mucho terminé aceptando que era lo mejor, que sus intereses eran otros y que no tenía por qué culparla o imputarme; mis principios me impiden odiarla, por eso la justifiqué. Pero ahora vuelve, y dice que volvió por mí, que está embarazada, que no quiere saber nada de su novio, que me ama. Me incurre de pronto la sospecha de que está mintiendo, como lo indica la normalidad del comportamiento, pero mis principios me impiden generalizar todos los casos, así que prefiero excluir mi opinión y así está bien. Oh! Pero me piden acciones y cuando no estoy seguro de nada lo mando todo al diablo. Dejarla estuvo bien, de todos modos ya me había hecho a la idea de que me mandará al diablo y por eso no duele tanto. Aunque me quedó el sabor amargo de sus lagrimas, espero que las seque como yo sequé las mías.
Doctor, espero podamos platicar más tarde, debo marchar al trabajo. Es en mi casa y a la hora que yo quiera, pero ahora mismo me entran ganas de trabajar y debo aprovechar por que no es de siempre.