hay muchos paris en negro

Tuesday, April 6, 2010


Con la violencia de la tempestad las ganas huyeron. Como al humo no hubo ningún recipiente capaz de contenerla, y como a la tierna infancia, no pude más que añorarla, y observar nostálgico y amargamente mi incapacidad de tenerla nuevamente. Terriblemente, tal vez para quien me ha querido, a mi corazón lo sorprendió la muerte mientras dormía y mi alma escapó tal como lo hicieron las ganas.
Fui un recipiente entonces, bello aun por que la juventud permanecía, pero triste, vacio, y roto. Entonces, sobre las olas que el mar de lágrimas lanzaba construí una tumba en su suelo más profundo, para que su agitación no me alcanzara, para que el tiempo no transcurriera. Y tal como las nubes pierden la identidad allá en los cielos, yo fui uno mismo con mi tristeza; la soledad me alimentaba, y el futuro se me desvanecía.
Las ganas me volvieron luego, pasadas no sé cuantas primaveras. Despues de no se cuantos besos. Hasta ahí me encontró la luz, por que no hay lugar que la claridad no salude. Mi negrura se volvió gris, y de ese gris partieron tonos más solares. Después emergí, para enfrentarme nuevamente la incontenible fuerza que nos empuja a todos a la soledad y a la muerte.