Ambrose Bierce

Friday, May 13, 2011


Aborígenes, s. Seres de escaso mérito que entorpecen el suelo de un país recién descubierto. Pronto dejan de entorpecer; entonces, fertilizan.
Acreedor, s. Miembro de una tribu de salvajes que viven más allá del estrecho de las Finanzas; son muy temidos por sus devastadoras incursiones
Aire, s. Sustancia nutritiva con que la generosa Providencia engorda a los pobres.
Alba, s. Momento en que los hombres razonables se van a la cama. Algunos ancianos prefieren levantarse a esa hora, darse una ducha fría, realizar una larga caminata con el estómago vacío y mortificar su carne de otros modos parecidos. Después orgullosamente atribuyen a esas prácticas su robusta salud y su longevidad; cuando lo cierto es que son viejos y vigorosos no a causa de sus costumbres sino a pesar de ellas. Si las personas robustas son las únicas que siguen esta norma es porque las demás murieron al ensayarla.
Altar, s. Sitio donde antiguamente el sacerdote arrancaba, con fines adivinatorios, el intestino de la víctima sacrificial y cocinaba su carne para los dioses. En la actualidad, el término se usa raramente, salvo para aludir al sacrificio de su tranquilidad y su libertad que realizan dos tontos
de sexo opuesto.
Arzobispo, s. Dignatario eclesiástico un punto más santo que un obispo.
Boda, s. Ceremonia por la que dos personas se proponen convertirse en una, una se propone convertirse en nada, y nada se propone volverse soportable.
Bruja, s. (1) Mujer fea y repulsiva en perversa alianza con el demonio. (2) Muchacha joven y hermosa, en perversa alianza con el demonio.