Chopin y Vodka
Saturday, April 11, 2020
Todo comenzó en una fiesta.
Ni siquiera recuerdo el motivo, lo más probable es que no hubiese motivo; cursábamos el último año de la universidad y los motivos no eran necesarios para armar una fiesta.
Habían cooperado entre todos para comprar un par de botellas de vodka y cigarrillos. Yo no tenía un centavo, y aunque en principio me había rehusado a participar me insistieron tanto y fuimos todos a mi casa.
Cuando comencé a beber en las medianeras de mi vida universitaria, cuando el miedo inicial se disipa y comienzas a confiar en tus habilidades y a invertir tanto tiempo en estudiar. Beber de joven es increíble, no tiene nada que ver con el precio de la botella o el lugar, era la convivencia, acercarme a las personas, dormir mi pánico social y sentir que tengo tanto en común con otros, todos vomitamos y el alcohol no discrimina de gustos o apariencias. Yo, el tímido de la clase podía platicar y divertirme con la más bonita de la escuela.
También alcoholizado se borraban mis prejuicios musicales, sin cabeza ni oportunidad de criticar el solfeo, la composición o producción de la música popular, uno se centraba en la letra, o más bien como su simpleza conectaba con todos en la fiesta. Esa cualidad humana de la música parece quedar sepultada bajo tecnicismos y ñoñería musical. O el baile, puedes amar mucho a Chopin, pero ninguna mujer desconocida te va a restregar el trasero mientras suena a todo volumen. Ahí se empezaba a dibujar mi personalidad, mis gustos, mis observaciones.